miércoles, marzo 30, 2005

Ermin Strank era un hombre bajo, delgado, de cabeza abultada, mediana edad, pelo rojo y aire truculento, encarcelado en Killarney, cárcel-satélite del sistema de Vega donde había pasado los últimos seis años.
-Éste es nuestro hombre.
El Rob Castilligan que había asaltado el castillo de Creary, la abadía de Bodelsey y el museo Houl, entre otros, hacía cinco días que había sido arrestado como cómplice de un secuestro en la provincia de Garreu, Scitia, a mitad de camino de Alphanor.
-Un tipo versátil, este Castilligan -señaló Zaum-. ¿Le interesa este secuestro, Gersen?
Gersen asintió. Zaum pidió más datos a la pantalla. Los dos hijos de Duschane Audmar, miembro del Grado 94 del Instituto, famoso por su riqueza, habían sido raptados. Fueron a navegar en un lago con su tutor. Un planeador había descendido sobre las aguas hasta posarse junto a la barca. Los niños fueron izados y el tutor escapó sumergiéndose bajo las aguas. Fue requerido por la policía, que actuó con gran eficacia. Rob Castilligan fue detenido casi en el acto, pero otros dos hombres se escaparon con los niños. El padre, Duschane Audmar, se había mantenido al margen, sin interesarse en el asunto. Los niños serían conducidos probablemente a Intercambio, donde serían recuperados tras la "rescisión" de sus "cuotas" (para utilizar el argot especial de Intercambio).
El interés de Zaum se había despertado por completo.
-Vamos a ver lo que nos dice Castilligan.
Transcurrieron unos cinco minutos mientras Zaum hablaba con varios miembros del departamento de policía de la provincia de Garreu, y otros dos antes de que Castilligan fuera sacado de su celda y emplazado frente a la pantalla. Era un hombre apuesto, atildado, con un rostro de facciones regulares y hermoso pelo negro peinado hacia atrás. Su piel estaba desteñida: era de un blanco marmóreo. Se comportaba con elegancia, casi con cordialidad, como si fuera un invitado de honor y no el prisionero del penal de Garreu. Zaum se presentó, y Gersen se mantuvo alejado del campo visual de las cámaras. Castilligan parecía divertido por las atenciones que recibía.
-Zaum de los Ipsys. Y todo por alguien tan insignificante como yo -hablaba con el ritmo acompasado de Bonifacio-. Bien, pues, ¿qué puedo hacer por usted, aparte de develar los secretos de mi vida?

Jack Vance "La máquina de matar"