jueves, marzo 17, 2005

Cound afirmó que necesitaba procurarse ciertas notas y memorándums. Buscó unos papeles en un cajón, pero sacó un arma. Gersen, con el proyector siempre preparado, la hizo volar de su mano. Cound se volvió lentamente, los ojos húmedos y abiertos de par en par. Movió el brazo entumecido, se tambaleó hasta la silla y habló sin ambagues. De hecho, fue tan prolijo que su discurso rezumaba constante información, como si sus inhibiciones se hubieran disuelto por completo. Sí, dieciocho años atrás había ayudado a Kokor Hekkus en ciertas operaciones efectuadas en Aloysius y otros lugares. Kokor Hekkus estaba ansioso de obtener ciertas antigüedades. En Aloysius habían asaltado el castillo Creary, la abadía de Bodelsey y el museo Houl. En el curso de la última operación, Cound había sido detenido por los Hijos de la Justicia, pero Kokor Hekkus había llegado a ciertos compromisos y el jurado de la Guldunería liberó a Cound con una simple amonestación. Su asociación con Kokor Hekkus se hizo menos activa desde entonces, hasta disolverse diez años después.
Gersen exigió más detalles. Cound agitó desesperado las manos.
-¿Cuál es su apariencia? Es un hombre como cualquier otro, sin características especiales. Estatura media, buen físico, edad incierta. Su voz es suave, aunque al encolerizarse parece como si hablara desde un mundo lejano a través de un tubo. Es un hombre extraño: educado cuando le caes bien, pero casi siempre indiferente. Le fascinan los objetos bellos, las antigüedades, las maquinarias complicadas. ¿Conoce el origen de su nombre?
-Nunca he oído esa historia.
-Significa "Máquina de Matar" en el idioma de un mundo secreto mucho más lejano que Más Allá. Este mundo fue colonizado en tiempos muy remotos y olvidado posteriormente hasta que Kokor Hekkus lo volvió a descubrir. Para castigar a los habitantes de una ciudad enemiga construyó un gigantesco verdugo de metal que partía en dos los cuerpos con el hacha. Y a partir de entonces, Kokor Hekkus adquirió ese sobrenombre...
-¿Quiénes son sus cómplices?
-Conocí a tres hombres que trabajaban para Kokor Hekkus. Eran Ermin Strank, Rob Castilligan y un tipo al que llamaban Hombaro. Strank era nativo de un planeta del Grupo que no conozco. Castilligan provenía de Bonifacio de Vega. No sé nada de Hombaro.
-¿Les ha visto recientemente?
-Desde luego que no.
-¿Tiene alguna fotografía?
Cound admitió que no guardaba ninguna y continuó sentado, observando con rencor los movimientos de Gersen, que escudriñaba los lugares obvios en los que Cound habría podido esconder pruebas incriminatorias. Pasados unos instantes, Cound dijo con despecho:
-Si supiera algo de los sanduskos, no esperaría encontrar fotografías. Miramos hacia el futuro, no al pasado.
-Ahora cogeré todo su dinero -dijo Gersen pensativamente- y arrojaré su inmunda comida al mar.
-¿Qué?
El rostro de Cound adquirió otra vez una expresión lastimosa.
-Es usted una auténtica mierda; no vale la pena ni castigarle -dijo Gersen camino de la puerta-. Me voy. Considérese afortunado.
Abandonó la casa, subió por la calle Ard hasta la plaza Marish y se dirigió hacia Avente.

Jack Vance "Los príncipes demonio: La máquina de matar"