martes, junio 01, 2004

Hace algún tiempo pensé que en este lugar, los posts de mi autoría, no deberían ser tristes, pues "para el dudoso y acaso inexistente lector" no le interesa leer ese tipo de mensaje. Sin embargo, no siempre es posible ser optimista, y menos escribir algo "bonito", "suave", "agradable" cuando la cruda realidad nos cachetea o nos erupta en la cara. La cotidianeidad cotidiana, le platico a Osiazul, a veces cuando no seguido o de diario nos deprime, y lo peor, nos quita las ganas de trabajar, las ganas de convivir, las ganas de salir, las ganas de escribir, y en suma, las ganas de seguir siendo yo. En alguna parte he leido que no soy el único que está cansado de representar este papel en la escena; que es frecuente que el ser a la mitad de su vida de adulto desee ser otro; que llega a ser cansado ver nuestro reflejo en el espejo, y sin embargo, no nos queda otra, hay que seguir con la función hasta el final. Aunque es muy probable que al final no haya aplausos; tal vez rechifla y lechugazos.
Antier estaba recordando el libro "Juan Salvador Gaviota", de Richard Bach, si mal no recuerdo. Si no lo has leido, "dudoso y acaso inexistente lector", te lo recomiendo ampliamente.
Espero el momento en el que dos gaviotas intensamente blancas vuelen junto a mí, una al lado de mi hombro derecho, y otra al lado de mi hombro izquierdo; y me inviten a zurcar otros cielos, muy, pero muy lejanos a estos.