lunes, abril 09, 2007

-Mi perplejidad no es menor que la suya, pero tranquilícese. Mañana se vuelve a reunir el tribunal. El presidente Dalt no soporta evasivas; esclarecerá los hechos.
-Si nos libramos de la cárcel y la vergüenza pública. ¡Estamos en la cuerda floja! ¡Panshaw es extremadamente astuto!
-Si todo va bien, Panshaw seguirá su camino en paz, al menos en lo que a mí concierne.
-Cuando dice: "Si todo va bien", ¿se refiere a la aparición de Lens Larque en Estremont?
-Exacto.
-Addels meneó la cabeza con brusquedad.
-Lamento decírselo, pero sigue una quimera. Lens Larque puede ser maniático, brutal, tortuoso... pero no estúpido.
-Bien, ya veremos. Y ahora perdóneme; es la hora de comer del presidente Dalt.

A la hora en punto, el presidente Dalt entró con aire majestuoso en el restaurante del Domus; rígido, grave, un hombre de piel blanquecina y negros rizos que enmarcaban su rostro austero e inexpresivo. Su vestimenta recreaba la elegancia de varias décadas atrás. Todas las cabezas se volvieron para observar como el implacable jurista cruzaba la sala en dirección a su mesa.
Tomó una frugal colación de ensalada y pollo frío, y luego se hundió en ominosa meditación sobre la taza de té. Un hombre delgado de estatura mediana que estaba sentado al otro extremo del comedor avanzó hacia su mesa.
-¿Presidente Dalt? ¿Puedo acompañarle unos minutos?
El presidente Dalt miró de arriba abajo al que había hablado, y luego respondió con voz seca y calculada:
-Si es periodista, no tengo nada qué decir.
El otro hombre rió cortesmente, como si hubiera escuchado una pequeña broma.
-Me llamo Ottile Panshaw y, desde luego, no soy periodista. -Se sentó sin más preámbulos en la silla opuesta a la del presidente Dalt-. Mañana se celebra la audiencia del Banco de Cooney contra la Ettilia Gargantyr et altri. ¿Consideraría inapropiado que habláramos del caso?
El presidente Dalt estudió a Ottile Panshaw y vio a un hombre maduro, flaco, de gran cabeza, facciones bien conformadas y expresión benévola. Llevaba un elegante traje en tonos ciruela y ocre.
Panshaw sostuvo la mirada con aplomo.
-¿Cuál es su papel en el caso? -preguntó al fin el presidente Dalt.
-En cierto sentido soy socio del acusado, pero no es mi intención entrometerme. El caso es tan extraordinario que conviene que ciertos elementos no sean presentados formalmente, si bien podrían arrojar luz sobre su visión de conjunto.
El presidente Dalt entornó los ojos levemente; adoptó una expresión más inescrutable que de costumbre.
-No me interesan los intermediarios.
-Es obvio. Tenga la seguridad de que sólo deseo esclarecer ciertos datos fundamentales; hablarán por sí solos.
-Muy bien, prosiga.
-Gracias, señor. Para empezar, represento al propietario de la Ettilia Gargantyr. La nave está alquilada a la Compañía de Transportes Héctor, filial de la Kotzash, una compañía de la que soy director gerente. Hasta aquí todo está bien, pero resulta que el propietario real de la nave es un tal Lens Larque. ¿Le suena el nombre?
-Es un famoso criminal.
-Exacto. Le resultaría enojoso presentarse ante un tribunal de Vega e identificarse. De hecho, la idea es extravagante. Por lo tanto, sugiero que se acepte mi testimonio, el de propietario en funciones, en lugar de Lens Larque.

Jack Vance "El rostro"