lunes, marzo 12, 2007

Gersen y Maxel Rackrose descendieron del ómnibus y contemplaron durante unos momentos La Sombra de Tintle.
-Su aspecto no mejora a plena luz del día -comentó Rackrose-. De hecho, observo pintura descascarillada y ventanas completamente torcidas.
-No importa -dijo Gersen-. El estado ruinoso es pintoresco, y contribuirá a realzar la calidad de nuestra comida.
-Hoy carezco de apetito -dijo Rackrose-. Espero que eso no le impida comer a gusto.
-Es posible que le tiente algún plato del menú.
Cruzaron la calle, abrieron la puerta, evitaron el mostrador y subieron los húmedos peldaños que conducían al restaurante.
Muy pocas mesas estaban ocupadas. La señora Tintle se apoyaba indolentemente en el umbral de la cocina, retorciéndose las guías de su bigote. Les señaló una mesa con un gesto lánguido y se acercó para preguntarles qué deseaban.
-Así que han vuelto. No pensaba que les volvería a ver.
-Quedamos fascinados tanto por su poderosa personalidad como por la calidad de la comida -manifestó con aplomo Gersen.
-¿Qué quiere decir? -preguntó la mujer-. Se está burlando de mí o de la comida. En cualquier caso, le pondré un cubo de basura por sombrero.
-No era mi intención ofenderla -dijo Gersen-. De hecho, quizá le haga ganar algún dinero, si el asunto le interesa.
-No hay raza más avariciosa que la de los darsh. ¿En qué consiste la propuesta?
-Dentro de poco llegará un amigo mío de Dar Sai, o al menos así lo espero.
-¿Es un darsh?
-Sí.
-Una situación escasamente plausible. Los darsh no hacen amigos, sólo enemigos.
-Este caballero es, si lo prefiere así, un conocido. Hay muchas posibilidades de que acuda a La Sombra de Tintle en busca de comida que le sea familiar. Quiero que me notifiquen su llegada, a fin de renovar nuestra vieja amistad.
-Eso es fácil, pero ¿cómo le reconoceré?
-Basta con que me informe a mí o a mi amigo de que un nuevo darsh ha venido a La Sombra de Tintle.
-Bien... No es muy conveniente, pues no puedo examinar a cualquier gumba* que entre por la puerta. Mi curiosidad provocaría comentarios frívolos.
-Tal vez Tintle nos podría prestar ese servicio -sugirió Rackrose.
-¿Tintle? -graznó la mujer-. A Tintle le arruinaron y mancillaron hasta casi volverle loco. No permitimos que haga acto de presencia aquí; todo el mundo se apretaría la nariz y saldría volando. Apenas puedo tolerar que salga al patio.
-¿Cómo aconteció su desgracia? -preguntó Gersen.
La señora Tintle paseó la mirada por la sala y, al comprender que no tenía nada mejor que hacer, condescendió a responder.
-Fue un infortunio que Tintle no se merecía. Era el vigilante del almacén de Kotzash. El día que fueron a robar, Tintle dormía más que vigilaba, y no tuvo tiempo de dar la alarma. Robaron todos los duodecimates. Luego se supo que Ottie Panshaw, el tesorero, se había olvidado de contratar la póliza del seguro. Panshaw desapareció, y todo el país se echó sobre Tintle. Fue sumergido en letrinas públicas durante tres días, y la gente iba a insultarle ferozmente. Tintle y Dar Sai se hicieron incompatibles, de modo que vinimos a esta ciénaga repugnante. Ésta es la historia.
-Humm -dijo Gersen-. Si Tintle hubiera sido amigo de Lens Larque, las cosas habrían sido muy diferentes.
-¿Por qué menciona a Lens Larque? -preguntó la mujer con suspicacia.
-Es un hombre famoso.
-Infame, mejor dicho. Fue Lens Larque quién robó el almacén de Kotzash; ¿por qué habría de ser amigo de Tintle? Pensar que le acusaron de eso...
-Entonces, ¿conoce a Lens Larque de vista?
-Es un Bugold y me importa un pimiento.
-Podría estas sentado en la sala ahora mismo.
-Mientras no se queje y pague la cuenta me es indiferente. -Examinó con aire desdeñoso la sala-. Ya puede estar seguro de que hoy no está aquí.
-Estupendo -repuso Gersen-, pero volvamos a nuestro acuerdo. Cuando un darsh desconocido aparezca, Lens Larque o cualquier otro, avíseme a mí o a mi amigo Maxel Rackrose, que comerá aquí cada día. Le pagaremos dos UCL por cada darsh desconocido que notifique. Lens Larque le reportará diez UCL. Y en el caso de mi amigo serán veinte UCL.
-La señora Tintle enarcó las cejas, perpleja.
-Un trato insólito. ¿Para qué quiere a Lens Larque? La mayoría de la gente pagaría diez UCL o más por no encontrárselo.
-Somos periodistas. Entrevistarle sería todo un acontecimiento, una noticia de primera magnitud, pero no creo que tengamos una suerte tan inmensa.
La señora Tintle se encogió de hombros.
-No tengo nada que perder. Bien, ¿qué van a comer?
-Una ración de ahagaree -dijo Gersen.
-Yo también -aprobó Rackrose-, pero con menos sulfuro y yodo que de costumbre.
-¿Quieren chatowsies?
-Hoy no.

Jack Vance "El rostro"

1 Comments:

Blogger pardero said...

Comunico al "escaso y acaso inexistente lector" de este blog, que a causa de habérseme por fin concedido la doble plaza, las entregas de la saga Los Príncipes Demonio hanse demorado. Espero al menos postear una vez por semana.
Y es que no es lo mismo trabajar de 8 a 12 que de 8 a 5. Esperemos que el esfuerzo valga la pena.

2:58 p.m.  

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