sábado, abril 23, 2005

-En mi opinión -declaró el conserje, llamado Armand Koshiel-, la Conferencia del Oikumene debería aportar una suma lo bastante amplia como para satisfacer todos los gastos del rescate. ¿Por qué no? La mayoría de los huéspedes residen en el Oikumene. Tal acuerdo haría más sencillo todo el proceso y evitaría disgustos y pérdidas inútiles.
Gersen sugirió que esa medida redundaría en un aumento de los secuestros, y Koshiel admitió la posibilidad.
-Por otra parte, algunos aspectos de la situación actual me intrigan.
-¿De veras?
-¿Conoce la Compañía de Seguros Transgaláctica? Tienen delagaciones en casi todas las ciudades.
-He oído nombrarla.
-Se especializan en seguros de secuestro; de hecho, me parece que controlan el sesenta o el setenta por ciento de ese mercado, ya que sus tarifas son las más bajas. ¿Por qué son bajas sus tarifas? Porque sus clientes raramente son secuestrados, mientras que los clientes de sus competidores suelen terminar en Intercambio. He especulado a menudo con la idea de que, o bien Transgaláctica pertenece a Intercambio, o Intercambio pertenece a Transgaláctica. Un pensamiento indiscreto, quizá, pero ahí está.
-Indiscreto, quizá, pero interesante... ¿Y por qué no? Ambas empresas encajan a la perfección.
Llegaron al apartamento de clase B que alojaba a Daro y Wix Audmar.
-He aquí una encantadora parejita -dijo Koshiel-. El rescate, por supuesto, es muy elevado; tal vez valgan veinte, o incluso treinta mil, según los gustos. El plazo de rescate ha caducado, por tanto están "a la venta", pero nadie en su sano juicio pagaría unos honorarios tan elevados.
Gersen observó a los dos niños a través de una ventana. Daro leía, Wix saltaba con un trozo de cuerda. Se parecían mucho; esbeltos, cabello negro, los ojos luminosos de su padre.
Gersen se volvió.
-Qué raro. ¿Quién se arriesga a fijar honorarios tan altos?
-No debería airear esta información, toda vez que se refiere a la identidad de un avalador, pero estoy seguro de que a este avalador en particular no le importa; es el famoso Kokor Hekkus. Siempre nos ha proporcionado bastantes clientes, pero en este momento parece que controla todo el mercado.
-Pero ¿por qué?
-Una de sus características es la devoción por el ideal estético. Parece que Kokor Hekkus se ha enamorado locamente de una joven que, se lo aseguro, es la más encantadora visión del universo. ¡Es inigualable!
-¿Cómo lo sabe?
-Paciencia. Esta joven, lejos de mostrar el mismo afecto, encuentra insufrible y nauseabundo el solo hecho de pensar en él. ¿A dónde puede huir? ¿Cómo puede ocultarse? La galaxia es demasiado pequeña. Kokor Hekkus es inasequible al desaliento; la buscará dondequiera que vaya. No existe refugio para esta deliciosa criatura... salvo uno: Intercambio. De modo que esta chica actúa como su propio avalador. Establece sus honorarios de rescate en diez mil millones de UCL; en realidad, solicitó fuera más alto, un billón, pero su petición fué denegada. Y ahora, ¿qué? Una situación absurda: la chica tranquila y segura en los Jardines Imperiales de Intercambio, mientras Kokor Hekkus suda y transpira en el límite de la pasión. No es que le hayan dado calabazas, es que no tiene bastante dinero. En algún lugar ha de encontrar diez mil millones de UCL.

Jack Vance "La máquina de matar"